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EL BAILE SOCIAL, UN DIALOGO DE MOVIMIENTOS


Entendemos el baile social como un camino para

descubrirnos, para explorarnos y compartirnos y aprender a amarnos,

como un camino de autodescubrimiento y exploración de nuestro

propio ser en la danza, como un diálogo

en movimiento con otros cuerpos.

Betaoke Chris


La experiencia realizada en La Casona de la Danza, nos hizo reflexionar, sobre todo, en cuáles son esos aspectos necesarios para iniciar un dialogo con nuestros cuerpos, los códigos de comunicación corporal, juegan un papel importante, y cuando hablamos de códigos, hablamos justamente de la técnica fundamental en el baile social. La estructuración de movimientos básicos y complejos es una de las herramientas claves para la transferencia y comunicación con el otro.

En el baile social, existen dos roles específicos, uno es el rol del líder, quien es el encargado de generar las líneas o patrones de movimiento que se desarrollarán en la secuencia o frase, coreográfica o improvisada, el otro rol, es el del seguidor, lector, guiado o follow; pero por lo general, cuando hablamos de baile social, se hace referencia específicamente a las secuencias improvisadas, sin embargo, también se refiere a lo coreográfico específicamente desde la enseñanza, pues es allí, donde tiene lugar la creación de códigos específicos para su posterior exploración a través de la improvisación. El líder, quien debe llevar una claridad en la secuencia, también debe tener una amplia percepción kinestésica para lograr ejecutar desde la tranquilidad y claridad cada movimiento propuesto, para ello, el conocimiento de las posibilidades y responsabilidades de su pareja, es fundamental en la construcción del diálogo de movimientos. El acto de dirigir, implica políticamente hablando, muchos aspectos ético-morales y de sabiduría, para tener una claridad sobre lo dirigido, de tal manera se logra identificar fortalezas y posibilidades; y en el baile social no es distinto, desde allí se concibe como una mediación entre las posibilidades que puedo explorar a través de los comandos establecidos desde mis propias capacidades de dirección, y las posibilidades evaluadas desde las capacidades de comprensión y proposición del otro cuerpo con el que dialogo. Es así como podemos acercarnos a una idea pragmática de lo que es el baile social y el rol del líder. Y hablamos específicamente de líder y lector o seguidor, más no de hombre o mujer, ya que las nuevas y tendencias prácticas nos han demostrado que el rol se puede asumir, desde la preferencia personal sin inclinación de género, sin embargo, sí existe una gran mayoría de líderes del género masculino, en otras palabras, que asumen el rol de guías o líderes en el baile social.




De acuerdo a estas dinámicas de acción de lo que implica el baile social y su enseñanza, comprendemos la danza como un acto político, como un acto de compartir, como un acto revolucionario que nos instaura en una relación de movimiento con y para el otro, un acto de comunicación y de expresión, en sí mismo, todo un lenguaje.

En relación a lo metodológico, encontrar un camino desde estructuras básicas e individuales de movimiento, dirigidas a la posterior aplicación en pareja, fue una de las estrategias que utilizamos en el curso. Partimos de la idea de que para poder dirigir o leer, es fundamental, tener códigos básicos y específicos individuales para entablar este diálogo. La repetición se convierte en un mecanismo de apropiación corporal que refuerza lo mentalmente comprendido, más no es el único camino; en la danza, además, requerimos de una memoria corporal que solo se adquiere mediante la práctica, construcción y deconstrucción de movimientos, que favorecen la exploración y la apropiación de ideas, movimientos, estructuras y locomociones prácticas para la aplicación en el ejercicio del dialogo de movimientos. Y lo denominamos un diálogo por que cumple con unas características específicas de comunicación, donde existe un emisor que es en este caso quien asume el rol de líder; mediante un código que se podría asimilar como aquellos movimientos a modo de señales y signos que recibe el receptor o en nuestro caso, quien asume el rol de lector o follow, para generar un mensaje como resultado que son aquellas frases de danza producto de la guía e interpretación de los cuerpos en diálogo.

La mediación de la técnica cumple un papel importante, lo técnico al igual que el movimiento se construye y deconstruye de acuerdo a las posibilidades creativas y en ocasiones por accidente o fallo de los ejecutantes, sin embargo, la claridad sobre lo técnico nos marca un camino de posibilidades más amplio que favorece el camino para la evolución, del bailarín y del bailador social.

Pero el baile social, en sí mismo, en su acto político de ser, anula lo técnico priorizando el concepto de “social” por ello, entendemos el baile social como un camino para descubrirnos, para explorarnos y compartirnos y aprender a amarnos, como un camino de autodescubrimiento y exploración de nuestro propio ser en la danza, como un diálogo corporal en movimiento con otros cuerpos.

Betaoke Chris


La mujer en la salsa es fuerza, delicadeza,

astucia, expresión, elegancia. La mujer en la danza es

infinitud. La mujer en el arte, en la música, en la pintura es

revolución, es desobediencia, es irreverencia, es plenitud.

Karyna Ruiz Valencia


El baile social como un dialogo entre dos personas que buscan entenderse y corresponderse. El baile social como un acto de dejarse ser, de disponerse a escuchar y ser escuchado, de entretejer ideas y formas establecidas, e intuitivas, pero que cada cuerpo adapta de manera distinta. El baile social es embarcarse en un sinfín de posibilidades realizables y que se escapan.

La salsa para mí ha sido desde siempre un género que me remonta a la familiaridad y a la alegría, a recuerdos de mi infancia y del auge de artistas como El Joe, Fruko y Sus Tesos, el Grupo Niche y demás artistas que inundaban de música el hogar de muchas familias. Recuerdo no poder escuchar salsa sin tener la sensación de que el cuerpo quisiese bailar, venciendo la dicotomía entre melodías alegres, trompetas, y tambores con versos llenos de melancolía y nostalgia. Es y siempre ha sido un género que ha estado presente en la mayoría de reuniones sociales y familiares, que llama al disfrute, al abrazo, y al compartir.

Ahora como bailarina, docente y coreógrafa, mi búsqueda se centro en el ejercicio profesional de este género, en el aspecto académico, competitivo y social. En esta ocasión tuve la posibilidad de vivir la experiencia como docente en la casona de la danza con el proceso de enseñanza de baile social. Impartiendo el taller percibo el proceso como el momento en donde la técnica se vuelve disfrute, dónde todas las herramientas universales del baile social previamente estudiadas se apropian a través de la familiaridad de bailar con alguien que acabas de conocer, de sentir la música, de comprender los tiempos musicales, de reconocer tu propia manera de bailar y de entender las posibilidades de tu cuerpo y el de tu pareja.

Fue un espacio donde no tuvo relevancia la diferencia de género, de edad ni de nivel, ya que el fin de la practica social en si misma y como su nombre lo indica, es tener las herramientas necesarias para establecer un diálogo entre dos que se encuentran en un tiempo- espacio específico (el baile) y luego se despiden. Es un momento que se crea y desaparece, un diálogo que transita y se sumerge por distintos idiomas, silencios, puntos y comas, son caminos de posibilidades e imposibilidades que crean caos y soluciones, como un par de cuerdas que se enredan y desenredan. En el caso del estudio académico se parte desde un patrón de figuras establecidas, por términos técnicos universales y coreográficos, regidos por un conteo específico que lo único que pretende es dar en el momento de la clase una guía para la repetición, el estudio y la apropiación, pero que en el futuro pretende que esas bases conlleven a una práctica de improvisación y exploración que se verá reflejada en la acción espontánea del momento en dónde bailas sin pretensiones, sin expectativas y con una persona en un área social que nunca has visto antes. Es entender que es una práctica absolutamente generosa.



La mujer en el baile social.


La mujer en la salsa es fuerza, delicadeza, astucia, expresión, elegancia. La mujer en la danza es infinitud. La mujer en el arte, en la música, en la pintura es revolución, es desobediencia, es irreverencia, es plenitud.

Como mujer que danza, encontrarme en la salsa fue encontrar mi potencial femenino, no solo en la técnica si no en la cotidianidad. Fue trasladar todo lo que empecé a encontrar en mi cuerpo a la hora de danzar a mi espacio personal, conmigo misma, fue darme el mismo valor que le daba a mi danza, habitar la frustración, la negación, pero también el valor, la fuerza, la sensualidad, la espontaneidad. Habitar todos esos estados empieza a transformar mi manera de bailar. Fue indagar mi potencial creativo, interpretativo y por ende mi manera de enseñanza.

Percibo primero la mujer en la salsa como la mujer que explora todo lo que significa ser mujer, que es la musa de todas esas melodías que hablan de ellas o que dicen “mujer divina, como fascinas y me dominas el corazón“ pero también la mujer que relata “usted abuso saco provecho de mi, abuso” que es alegría y pena, que desea y es deseada, que es furia y furor.

De allí, habitar la danza es tener la capacidad de evidenciar en el cuerpo todas esas sensaciones y todos los estados por los que transitamos cómo mujeres. Y que con todo tener la capacidad de construir pensamiento y movimiento no solo desde la técnica si no desde la interpretación. Toda la construcción de consciencia de pensamiento y de movimiento acompañado del estudio técnico permite encontrar una manera de bailar particular, y disfrutar de ello. Es preguntarse, quien soy yo en mi cotidianidad, quien soy cuando bailo, cuando me muestro a un público o a un escenario, y encontrar en que punto se entreteje mi ser y mi sentir como mujer con mi danza.

A la hora del baile social es importante entender que es una práctica cotidiana, quiere decir que se realiza en contextos sociales y fuera del marco competitivo y de exhibición, por ende, es importante percibir que me encuentro dialogando con otro cuerpo de manera espontanea, improvisada y sin pretensiones más allá de la disposición con la cual pueda proponer y también ser guiada. Esto último es un aspecto clave para la tranquilidad y el disfrute del baile social.

El dominio corporal a la hora de bailar en pareja, va a garantizar la facilidad y la apropiación de los demás elementos que enriquecen la practica social más allá de los elementos universales básicos, como los son los momentos interpretativos, y sobre todo el disfrute.

Karyna Ruiz Valencia


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